“El mal que elegimos, depende del fin que perseguimos.”
Carlos Sayyid
-Hola a todos, mi nombre es Carlos Sayyid…. y fuí magufo.
Nací sin dios ni religión, luego me impusieron el catolicismo. Cuando pequeño no fuí practicante del mismo porque no me atraía y de adolescente siempre le ví como la mafia siciliana: el tal dios es el padrino, y el Papa, el líder de la manada de gamberros el cual cobraba duro por hacer algunos favores de dudosa efectividad y si no estabas de su lado, te enviaba a Jesús y sus secuaces a cobrar y de paso te amenazaba con echarte encima a la pandilla del Rojo cornudo para que cocinara tus restos en una barbacoa eterna y no dejara evidencias. Ya de grande pienso lo mismo pero con otras palabras mucho más pesadas y certeras tanto del catolicismo como de todas las otras y sus más de 2.000 dioses inventados. Hasta ahí todo bien, crecí y vivo como ateo y escéptico, pero el registro de mi pasado lejano tiene en sus hojas de la verguenza un record de mi extinto magufismo.
-Me he preparado una jarra de Nesté. Así que les contaré lo que recuerdo.
Siempre he tenido gusto por la lectura, leo de todo y sin tabúes. De niño devoraba atlas cartográficos y mapamundis mientras al lado me esperaban cuentos de niños (era un niño), westerns de bolsillo, y revistas de toda clase y periódicos que mi abuelo arrojaba despúes de leídos. Poco a poco fuí añadiendo más temática a mi lista de intereses hasta que llegué a la peor clase de ciencia ficción que el hombre pudo inventar: las religiones y las pseudociencias.
Todas las quincenas, salía al kiosco más cercano de casa a comprar las revistas que disfrutaba, me refiero a Muy Interesante, Mecánica Popular, revistas de informática con mucha información y que incluían un cd con demos de software que testeaba hasta el aburrimiento y las de videoconsolas de la época (sí, fuí un gamer empedernido de las cónsolas, ahora solo juego en la pc) y un día; hallé una que me marcó mucho: Año Cero.
-¡Coño esto no puede ser cierto!
Recuerdo esa expresión cuando leí la portada. Me sorprendió mucho lo que contaban sobre OVNI´s, fantasmas, experimentos fallidos y monstruosidades marinas, abducciones, ciencia loca y demás aberraciones mentales. La curiosidad mató al gato dicen, pero yo digo que el gato murió sabiendo, así que compré la dichosa revista y la consumí y releí tantas veces que se me tornó un vicio. A raíz de ello, empecé a gastar más dinero del usual en el kiosko, llevaba las de costumbre y adicionalmente 3 o más revistas de distinto nombre y similar temática, eran Año Cero, Más Allá y otras bazofias que no recuerdo.
Recuerdo que las llevaba a la escuela, las leía con amigos y todos especulábamos y dábamos por ciertas las historias allí contadas. Creímos en Roswell y su OVNI, creímos en abducciones nocturas, fantasmas y apariciones terroríficas que no nos dejaban dormir, creímos en el chupacabras, aliens del pasado (maldito Von Daniken si te veo te mato a rocazos), creímos en experimentos pseudocientíficos, curas extraordinarias, en Ovnis en la Luna, en Ovnis en la órbita de los astronautas y hasta Ovnis en la sopa…. y bajo el mar, y dentro de la tierra, y voces del más allá en las paredes, hasta fuí fan de Greenpeace, y cientos de cosas más que no sé como no me volví loco. Tanta basura aprendí que me convertí en toda una autoridad “zhientífika” entre amigos, y estaba convencido que había alcanzado el cielo con los dedos. Luego caí en las manos de JJ Benítez y el burro monocromático de Maussan y sus Maussanitas espaciales.
Llegué a comprar sus vídeos y a realizar cineforos, compraba libros de pasta dura y mi colección de mugre pseudocharlatanesco superaba por 3x a mi colección de revistas serias. Incluso tenía colección de horóscopos año por año…. y revistas de medicina alternativa, como le tenía terror a las agujas buscaba los tratamientos alternativos, parecía la botica de la abuela de quien sabe quien….
Salí pues del colegio y empecé la época de la universidad, descubrí un mundo nuevo, lleno de conocimientos atractivos y mucha gente igual o más perdida que yo, pero que luchaba por encontrarle sitio a su existencia. Recuerdo que ansiaba contactar con extraterrestres y temía fuertemente a los fantasmas. Pero algo sucedió que me cambió la perspectiva de la vida: Me hice preguntas, muchas preguntas.
Tanta literatura de esa índole ofrecía misterios y misterios…… y misterios, que no tenían solución y ello me llevó a dudar inquisitiva y sistemáticamente sobre cada cosa que ofrecían. Al repasar temerariamente todas las revistas, encontré patrones en ellas que indicaban que algo olía a refrito.
Efectivamente, cada cosa no era más que el mismo cuento con algunas variaciones, como el lugar o el nombre del protagonista, la misma carencia de hallar la respuesta por parte de los “hymbestigadores” y su invitación al próximo número donde desvelarían el misterio, que nunca sucedió.
Eso me hizo pensar detenidamente y agotar el tema hasta que saqué mis propias conclusiones. Lo mismo hice con Ovni´s, fantasmas, pseudochácharas, todas las “mancias”, y demás mugres que por mis ojos habían pasado.
Dejé de comprar ese material y pasé efectivamente a contrastarlo uno a uno, aprovechando un par herramientas que no puede faltar: el internet y el sentido común.
Apoyado en ellas y con ayuda de un profesor de la facultad de mi carrera, un tipo muy leído, escéptico y ateo hasta las calzas, fuí desvelando los dichosos misterios, conociendo la mentira tras la afirmación, las falacias en los argumentos, las vías de escape de los magufos y charlatanes para no enfrentar la verdad y no ofrecer pruebas…. en fín, aprendí a pensar y no tragar entero, siempre exigiendo pruebas de las afirmaciones y no aceptando testimonios como evidencia de nada. Aprendí que la carga de la prueba recae en quien hace la afirmación y no en quien refuta y también aprendí a respetar las personas pero no las ideas, cosa que los charlatanes desconocen a propósito con el fin de victimizarse y evadir responsabilidades…. actitudes muy infantiles.
Pasaron los años, me hice mayor, profesional, más culto y más hambriento de conocimientos. Encontré amigos de mi misma “especie” y desde entonces he compartido con ellos todo lo que sé y he aprovechado la retroalimentación que de ellos obtengo, logrando maravillarme con cada nuevo conocimiento recogido.
Todo esto me ha hecho más humilde, sereno y un poquito más sabio. He estado recorriendo la senda del pensamiento escéptico por largos años y autocorrigiéndome cada vez que encuentro un fallo o error en mi estructura de pensamiento. No le temo a la realidad, no le temo a reconocer mis errores ni le temo a estar equivocado. Y mejor aún: no le temo a los fantasmas, ni OVNI´s, ni aliens, ni pseudochácharas ni nada que no es real, porque lo real lo enfrento día a día y siempre le salgo al paso sin doblar rodilla.
Muchos me dicen que por lo que hago en mi tiempo libre (desentramar magufos e ilustrar a incautos), es porque trabajo para las grandes Farmafias, la CIA y los Iluminatis. No sé como saben eso, yo no lo sabía, ¿tendrán acceso a la database de ellos? … y lo mejor es nunca he recibido un cheque por tal cosa…. Si es así mis queridos magufos, por favor acuérdense de mí y comuníquenles a los antes mencionados que no se olviden de girar todos los pagos atrasados, o los demandaré por incumplimiento. 🙂
-Esa fué a muy grosso modo, mi historia. Si se preguntan que hice con todo el resto de material magufonesco, lo quemé en una gran hoguera, vertí mucha gasolina y unos fósforos hicieron su trabajo. Después me hice el tonto y me fuí del lugar sin limpiar….
Mi nombre es Carlos Sayyid, y fuí magufo.